Cada 9 de octubre la Iglesia Católica celebra a San Luis Beltrán (1526-1581), misionero español de la Orden de Predicadores (dominicos), quien viajó a América y evangelizó el norte de Colombia (Nueva Granada, Virreinato de Nueva Granada), ganando para Dios a las poblaciones indígenas asentadas en dicho territorio.

San Luis Beltrán nació en Valencia (España) en el año 1526. Ingresó a la Orden de Predicadores en 1544 y fue ordenado sacerdote por Santo Tomás de Villanueva. Luis destacaba por su prudencia, su capacidad de discernimiento y la claridad para brindar consejos. En cierta ocasión, Santa Teresa de Ávila llegó a hacerle una consulta en torno a la reforma que ella estaba llevando a cabo en el Carmelo y si debía fundar un convento en su ciudad.

En 1562 fue enviado como misionero a América y, según los escritos que él mismo dejó, bautizó a más de 15 mil indios. En 1568 fue elegido prior del convento de Santo Domingo, en Santa Fe de Bogotá.

 

En aquella ciudad, gracias a su preocupación por los nativos, se hizo de peligrosos enemigos, especialmente entre algunos encomenderos españoles que solían maltratar a los indígenas. Estos buscaron la oportunidad para hacerle daño y, en una ocasión, intentaron matarlo: un hombre le alcanzó un vaso con agua envenenada; San Luis la recibió y la bendijo antes de tomarla. Acto seguido, el vaso se hizo trizas en sus manos, sin explicación alguna.

Como este, hay muchísimos relatos de hechos portentosos y milagros obrados por este santo varón.

En 1569, San Luis Beltrán regresó a Valencia para ser maestro de novicios, tal y como lo había hecho muchos años atrás. Allí se dedicaría a la formación de los futuros misioneros que irían a América. Fray Luis, en sus últimos años, padeció diversas enfermedades y achaques, pero aun en ese estado mantuvo el espíritu evangelizador.

Por haber anunciado a Cristo en España y América con abundantes frutos se le suele llamar ¨El Apóstol de dos Mundos¨. Murió el 9 de octubre de 1581.

 

Vía: ACI Prensa