Tras dos años de celebraciones limitadas por las restricciones de la pandemia, la comunidad cristiana de Tierra Santa celebra un Sábado de Gloria junto a peregrinos llegados de todo el mundo y en un clima de tranquilidad tras los incidentes de ayer en Jerusalén.

Las celebraciones de hoy comenzaron con la vigilia pascual en la basílica del Santo Sepulcro, ubicada en la Ciudad Vieja, en el Este ocupado de Jerusalén.

Allí, centenares de fieles católicos rezaron para conmemorar las horas posteriores a la crucifixión de Cristo y un día antes de que se recuerde su resurrección, según la tradición crisitiana.

El Viernes Santo se empañó el via crucis por una actividad de seguridad masiva en los callejones de la Ciudad Vieja, tras el incidente en el que  más de 150 palestinos y tres policías israelíes resultaron heridos, además de cientos de detenciones.

Los hechos se suman a una larga lista de incidentes de violencia, en Israel y Cisjordania ocupada, que han cobrado la vida de 39 personas desde el  22 de marzo.

La vigilia del Sábado de Gloria duró más de tres horas y estuvo presidida por el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa.

Esta ceremonia se celebra el sábado por la mañana en la Ciudad Santa, a diferencia del resto del mundo que la conmemora en la madrugada del domingo. Esto se debe al concilio Vaticano II que, por motivos vinculados al status quo, regula la vida de las comunidades cristianas del Santo Sepulcro.

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