Se cuenta que el primer Judas quemado en Venezuela se realizó en Cumaná en el año 1499 y fue representando como Américo Vespucio, cuando este se presentó con espejitos y baratijas para ser cambiadas por perlas y hacer que los indios le construyeran un bergantín.
Don Américo jamás regresó, y los indios decidieron hacer una especie de espantapájaros y allí le prendieron fuego y bailaron al son de los tambores.
Posteriormente durante la Capitanía general de Venezuela, cuando algún personaje cometía algún error esperaban su caída y lo judaizaban.
En casi todo el territorio venezolano, distintas comunidades participan en esta tradición; las que resultan más famosas son las realizadas en Caracas, diversos estados orientales y en Lara, Cojedes y Aragua.
La tradición de La quema de Judas tiene un significado simbólico de justicia popular, arraigado a la fe católica que simboliza el rechazo a la traición que hiciera del discípulo a Jesucristo.
A través de ésta, el pueblo expresa sus quejas y descontentos en relación con ciertos acontecimientos o comportamientos de políticos y figuras públicas. Simbólicamente alude a la traición del personaje escogido para ser el Judas, a su pueblo.
La ceremonia
La ceremonia comienza cuando es escogido la persona de la comunidad, estado o país que sea considerada por sus acciones una amenaza para la sociedad y que sea merecedora de burlas o escarnios.
Una vez identificado el personaje, se procede a escribirse un testamento, que de forma sarcástica identifican al Judas, expresando un resumen de su vida y de sus actos, de sus faltas y que por término expresa los últimos deseos del personaje.
El muñeco elaborado en tela, generalmente se exhibe en la comunidad, y en algunos casos se recolecta dinero para cubrir los gastos que llevará su quema con materiales como fuegos artificiales.
Vía: Globovisión