Desde la antigüedad, los ejércitos del mundo han utilizado la música para comunicar noticias, impartir órdenes en el combate, o simplemente enaltecer actos patrióticos, por lo que entre los siglos XV y XVII, el duque de Alba, jefe de los tercios de infantería española, utilizó una figura denominada Tambor Mayor, quien recibía las órdenes directas del sargento para comunicárselas a los músicos, y estos a su vez, a la tropa.

El Tambor Mayor, portaba un enorme bastón coronado por un gran puño de plata, conocido como “la porra”, y al llegar al sitio donde se iba a instalar el campamento, esta vara solía ser clavada en el suelo para demarcar el centro del mismo, y el lugar se convertía en el punto de encuentro de la unidad.

Sin embargo, esta no era la única función de este báculo, ya que cuando algún soldado cometía una falta leve o era arrestado, el sargento literalmente le ordenaba “váyase a la porra”, y el subordinado sabía que debía permanecer de pie junto al bastón, hasta que su superior le autorizara a volver con la tropa tras cumplir su condena. He aquí el origen de esta curiosa expresión. ¿Lo sabías?

De forma intuitiva o interpretativa, este concepto ha ido variando a través de los años, y ya no solo se utiliza para enviar a alguien a cumplir un castigo, sino para denotar que se dirija a cualquier sitio que le resulte desagradable y nos deje en paz.

Vía: Culturizando

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