El presidente del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) Mauricio Claver-Carone planea que su gestión «sea primordialmente para beneficio de los países pequeños», entre ellos lo de Centroamérica y el Caribe, a los que pretende dar mayor representación en el liderazgo de la institución y dirigir financiación para sectores como la digitalización y las pymes.

El Banco dice en su página web que desde su Noveno Aumento General de Capital (IDB-9) ha buscado dedicar al menos el 35 % del volumen de todos sus préstamos anuales a países pequeños y vulnerables en la región.

El BID, creado hace 61 años, tiene actualmente 48 países miembros, de los cuales 26 son prestatarios, estos últimos todos de América Latina y el Caribe

A ese grupo pertenecen Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Surinam, Trinidad y Tobago y Uruguay, de acuerdo con la información del organismo.

Claver-Carone, exasesor para las Américas y la cara visible en los últimos dos años de la política del presidente estadounidense, Donald Trump, hacia Latinoamérica, señaló que cree que los países de Centroamérica y el Caribe «siempre tienen los retos más grandes» por su alta exposición a los desastres naturales, su poca diversificación económica y su gran dependencia del turismo y las remesas.

El capital humano existe en esta región, con hombres y mujeres con gran iniciativa empresarial, como el mismo Claver-Carone cuenta que encontró en su ciudad natal: «Yo soy de Miami y he visto toda mi vida personas de Centroamérica y el Caribe que van a Miami y son superemprendedores, crean sus pequeñas y medianas empresas y tienen éxito, son grandes comerciantes».

Entonces, valoró el nuevo presidente del BID, lo que «simplemente necesitan las personas de Centroamérica y el Caribe son oportunidades en sus países, tener libertad de innovación, una burocracia ágil y, en esto sí podemos ayudar, el acceso a financiamiento».

En ese contexto dijo que bajo su liderazgo la institución financiera dará prioridad al apoyo financiero a las pequeñas y medianas empresas, para impactar en la creación de empleo y de riqueza nacional.

También a los proyectos que impulsen la digitalización de los países centroamericanos y caribeños, pues el desarrollo de este sector, ahora marcado por una conectividad de baja calidad y costosa, «es una de las maneras que tienen los pequeños países de entrar en el mercado global».

La falta de oportunidades y la violencia que abate especialmente al Triángulo Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala) impulsa a miles de centroamericanos a migrar cada año, en especial hacia EE.UU., un fenómeno que genera tensiones regionales y que la pandemia del nuevo coronavirus no ha frenado.

«Tenemos la sofisticación hoy en día y la data para poder ser más quirúrgicos en cómo ayudar a esos países, crear oportunidad para las personas en las áreas más susceptibles a la migración (…) y francamente si no estamos enfocados, ante todo como una entidad de desarrollo en cómo ayudar, (…) si no lo hacemos con todo lo que sabemos, fracasamos», aseveró

Latinoamérica y el Caribe enfrentan toda la fuerza de una pandemia global, un golpe que se cree que llevará a decenas de millones de personas a la pobreza extrema, borrará décadas de crecimiento y creará una inestabilidad generalizada en países que ya están plagados de corrupción y violencia.

El Banco Interamericano de Desarrollo es uno de los más influyentes en la región puesto que involucra mantener un contacto regular con los jefes de Estado para distribuir unos 13.000 millones de dólares al año.

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