Los científicos señalan que la razón por la cual la ansiedad afecta nuestra cognición se debe a que impide el correcto desempeño de lo que llaman «working memory» («memoria funcional» o «memoria disponible»). Esta es la capacidad de dejar entrar la información presente, darle forma coherente y retenerla lo suficiente como para que pueda convertirse en algo útil o que pueda consolidarse.
Según el profesor de psicológica Matti Laine, de la Universidad de Åbo Akademi en Finlandia, esta memoria funcional es «la plataforma mental para nuestras operaciones cognitivas» actuales y «está íntimamente ligada con la atención», especialmente en relación con un objetivo o tarea que queremos realizar. Por decirlo de manera más sencilla, la ansiedad consume los recursos –la memoria– que necesitamos para poder dedicarnos a alguna tarea y completarla o absorber la información de algo que estamos aprendiendo.
Diversos estudios han encontrado una fuerte correlación entre una mayor ansiedad y menos memoria de trabajo disponible.
Lo positivo es que la memoria funcional puede recuperarse y existen ejercicios mentales que pueden ayudar a ello, aunque quizá los más efectivos son aquellos ejercicios –de cualquier tipo– que ayudan directamente a combatir la ansiedad. Esto puede ser desde la meditación hasta correr, cantar, socializar, buscar ayuda psicológica, etcétera.
Vía: Pijamasurf