Alejandro Cardinale es un joven que comenzó a jugar a los cuatro años de edad en el estadio Ayacucho que se ubica en Duaca, municipio Crespo, estado Lara.
Creció en una escuelita de béisbol recién fundada por el entrenador Naudy Sánchez en la categoría “Semillitas de Ayacucho”. Al paso del tiempo, los padres veían que solo eran juegos amistosos y por eso decidieron llevarlo a Barquisimeto donde se podría preparar mejor.
A los nueve años de edad, lo inscribieron en Criollitos de Venezuela por la Zona Industrial I. En su adolescencia, le brindaron una oportunidad en Apucla Cabudare en categoría Junior hasta los 17 años.
Obtuvo una beca completa para poder estudiar y jugar en Estados Unidos. Llegar a un país nuevo y tener problemas con el idioma no es fácil, pero una vez encaminado Alejandro obtuvo dos títulos universitarios, entre ellos, gerente deportivo y negocio financiero en Culver-Stockton College.
Comenzó donando zapatos y ropas que sus vecinos en Estados Unidos desechaban, pero aún tenían vida útil. El joven se los pedía y se los traía a los niños de su barrio. En su camino se cruzó Jerry Jacobson, “un ángel”, como lo llama la familia de Alejandro; Jerry es dueño de un centro de bateo llamado World Baseball Outreach Ministries, donde brinda la oportunidad a los jóvenes del centro de la ciudad para participar en programas deportivos, nutrición, ejercicio y donde provee equipo a quien lo necesite.
En el municipio Crespo, en una localidad llamada Eneal, parroquia José María Blanco, se encuentra una pequeña escuela de beisbol llamada “Escuela de beisbol menor Alejandro Cardinale”, donde cada vez se van uniendo más niños entusiasmados y llenos de ilusiones con ganas de formarse dentro del mundo del béisbol.
Dejando sus planes en manos de Dios esperan poder traer más donaciones del Jerry Jacobson y ayudar a más escuelas. Son creyentes de que el deporte es disciplina y hace responsables a los niños.
Vía: todosahora.com (Lea allí el artículo original)
