1. Leer inmediatamente después de comer

Esto es uno de los mayores traumas: pensar que si tienes el estómago lleno y lees, te morirás “de seguro”. Por eso muchos pasan hambre al estudiar… y quizás por eso a muy pocos les gusta leer después de comer.

 

  1. Los Chinazos

Sobre todo cuando se está hablando en un lugar abierto, nunca faltará alguien que agarre cualquier expresión que se preste para otro sentido y la convierta en un “Chinazoooooo”. Que, como sabemos, desencadenará un posterior “Chalequeo”.

 

  1. Alimentarse con pan quemado

“El pan quemado alimenta al diablo y si es con mantequilla alimenta a la diablilla”. Quién sabe qué trato ha hecho el panadero con que el pan se le pase de cocción.

 

  1. Escuchar a un gato maullando en el techo o a un perro aullando por la noche

Si es un gato, indica que un “seretón” te está observando y puede entrar a tu casa. Según el mito, debes tener espejos en la sala para que el animal tome su forma humana de nuevo y lo puedas espantar.

 

Si es un perro, significa que alguien va a morir o que algún espanto está en tu casa. Quizás comiences a imaginar sonidos de cosas acercándose a tu habitación. Si tienes ganas de ir al baño, te aguantarás hasta el amanecer.

 

  1. Que tu mamá te llamé con tu nombre completo

O  que use tus dos nombres de pila para llamarte. Justo en ese momento sabes que algo hiciste mal y solo te queda bajar la cara y aguantar el regaño.

 

  1. Siendo un niño pequeño, esconderte debajo de la mesa

Porque “¡jamás crecerás y te quedarás enano!”. Si habrán creado traumas infantiles con esta idea. No sé cómo hacen para explicar los casos en los que ese niño o niña termina siendo mucho más alto que los adultos.

 

  1. Llamar a un sonámbulo por su nombre

Porque se vuelve loco y puede comenzar a destruir todo lo que encuentre a su paso. ¡Qué miedo! Casi como una película de zombies, solo que en la vida real.

 

Vía: matadornetwork.com

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