- Leer inmediatamente después de comer
Esto es uno de los mayores traumas: pensar que si tienes el estómago lleno y lees, te morirás “de seguro”. Por eso muchos pasan hambre al estudiar… y quizás por eso a muy pocos les gusta leer después de comer.
- Los Chinazos
Sobre todo cuando se está hablando en un lugar abierto, nunca faltará alguien que agarre cualquier expresión que se preste para otro sentido y la convierta en un “Chinazoooooo”. Que, como sabemos, desencadenará un posterior “Chalequeo”.
- Alimentarse con pan quemado
“El pan quemado alimenta al diablo y si es con mantequilla alimenta a la diablilla”. Quién sabe qué trato ha hecho el panadero con que el pan se le pase de cocción.
- Escuchar a un gato maullando en el techo o a un perro aullando por la noche
Si es un gato, indica que un “seretón” te está observando y puede entrar a tu casa. Según el mito, debes tener espejos en la sala para que el animal tome su forma humana de nuevo y lo puedas espantar.
Si es un perro, significa que alguien va a morir o que algún espanto está en tu casa. Quizás comiences a imaginar sonidos de cosas acercándose a tu habitación. Si tienes ganas de ir al baño, te aguantarás hasta el amanecer.
- Que tu mamá te llamé con tu nombre completo
O que use tus dos nombres de pila para llamarte. Justo en ese momento sabes que algo hiciste mal y solo te queda bajar la cara y aguantar el regaño.
- Siendo un niño pequeño, esconderte debajo de la mesa
Porque “¡jamás crecerás y te quedarás enano!”. Si habrán creado traumas infantiles con esta idea. No sé cómo hacen para explicar los casos en los que ese niño o niña termina siendo mucho más alto que los adultos.
- Llamar a un sonámbulo por su nombre
Porque se vuelve loco y puede comenzar a destruir todo lo que encuentre a su paso. ¡Qué miedo! Casi como una película de zombies, solo que en la vida real.
Vía: matadornetwork.com