Luis Alberto Perozo Padua

Periodista y escritor

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Frente al Teatro Municipal existió una mágica casona de estructura colonial que constituía una verdadera joya de arte para orgullo de Barquisimeto y sus habitantes. La Francia se llamó el edificio de dos plantas que existió hasta 1944 en la carrera 19 esquina de la calle 25. 

Cuenta Raúl Azparren en sus crónicas de la ciudad que La Francia fue asiento de un colegio y también de la agencia del Banco Nacional, cuya gerencia ejerció don Joaquín Pérez hasta que cerró en 1844 por quiebra.

En La Francia también se destapó la primera botella de cerveza que saborearon los barquisimetanos, con la presencia de invitados especiales y quienes pronunciaron sendos y elocuentes discursos. 

Edificio La Francia a la derecha, visto desde el Palacio de Gobierno

Pero La Francia igualmente fue escenario de pena, pues uno de sus tantos propietarios se quitó la vida de manera misteriosa dentro de una de las habitaciones. Un caraqueño de nombre Rafael Valdéz, murió de tuberculosis cuyos despojos fueron hallados en la habitación que había rentado algunas semanas antes. El dueño del hotel llamado Louis Leroux, estableció en el sitio una fábrica de charcuterías. Lo describen como un hombre dadivoso, de sinceras amistades, pero a la vez taciturno.

El botiquín instalado en La Francia tuvo varios dueños de renombre en Barquisimeto, como lo fueron Lisandro Castillo Guevara y Jesús Briceño Ayestarán, padres de los doctores Raúl Castillo Fernández y Jesús María Briceño Ecker; también fue dueño del lugar Víctor Oliveros, artista del pentagrama y autor de numerosas piezas que enriquecieron el acervo musical larense. 

La fachada de la casona era en las noches pantalla para las proyecciones cinematográficas con un proyector que colocaban en la azotea del Teatro Juares para entretener al público congregado en la calle antes de iniciar la función teatral, en un espectáculo denominado pan grande. 

En La Francia se jugaba fuerte, su primer piso prácticamente era un casino, con mesas de billar, mesones para el juego de cartas, dados y ruleta, además de lotería, según testimonio del escritor y cronista Alberto Castillo Arráez, quien de niño visitó sus instalaciones en varias oportunidades. Relata que en la planta baja estaban instalados varios negocios como barbería, restaurante, una agencia de pompas fúnebres y otra de accesorios para automóviles.  

“La voz de quienes cantaban la lotería se oía en la calle”, con sus curiosos apelativos: si salía el 44 decía “el cuarás cuás”; si el 55 era el que asomaba voceaba: “sin cuero nacen los sapos”, el 22 “los dos paticos”, entre otros nombres curiosos de los guarismos, apunta el cronista Omar Garmendia, en su artículo: El hotel La Francia y el cuarascuascuás.

La Francia y la carrera 19 desde la azotea del Palacio de Gobierno

Un lugar de encuentros

En 1859, se alojó en la amplia y confortable casona el general Ezequiel Zamora y su comitiva. La tropa durmió en el Valle del Turbio, a orillas del río. Esto se debió a que Zamora había descubierto en una casona situada en la esquina de (Francisco) Romero Montes (calle del Comercio con calle 26), un gran depósito de pólvora escondido allí por las tropas centralistas, material que le sirvió al caudillo para triunfar en Santa Inés.

Con el transcurrir del tiempo, se estableció en el edificio de La Francia, la Casa Municipal y el Juzgado de Primera instancia. Más tarde fue sede de hotel, así como de la más concurrida y famosa botillería de la ciudad; también funcionó un casino. Todos estos durante el siglo XIX. 

En el hotel se hospedaban los integrantes de las grandes compañías teatrales que regularmente visitaban Barquisimeto, procedentes de Estados Unidos y España. Azparren apunta que las actividades del Teatro Municipal estaban muy ligadas con el de La Francia al reunirse en este hotel, los asistentes a las presentaciones artísticas. En la botillería se encontraban los amores mancebos.

El Petit Trianon era una Barberia situada en la planta baja del Edificio La Francia

El más moderno

Pero no fue La Francia el hotel más antiguo de Barquisimeto, sino uno establecido en la famosa Casa de la Azotea, propiedad de don Pacheco García. Este lo regentaban Sergio Márquez y un cubano de apellido Efrece, que según el historiador Silva Uzcátegui, era el hotel más moderno que existía en la ciudad para 1875.

En 1976 el diario EL IMPULSO, en primera plana publicó: “Ha sido demolido el edificio de concreto La Francia, al interrumpir la ampliación de la carrera 19, en la búsqueda de mejorar nuestra vialidad”. Fue el epílogo triste de la hermosísima casona testigo de la historia barquisimetana, desaparecida por la pica del progreso o el retroceso urbano.

Botiquín La Francia. De sombrero don Lisandro Castillo Guevara, cuando era su propietario, acompañado de dos empleados. Foto R. Azparren

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Fotos: Archivo Francisco Chávez Chávez / Raúl Azparren

Fuente: Barquisimetaneidad, personajes y lugares. Raúl Azparren. Bajo el patrocinio de CANTV. Barquisimeto 1974.

Barquisimeto. Historia Privada. Alma y Fisonomía del Barquisimeto de ayer. Rafael Domingo Silva Uzcátegui. Caracas 1959.

Del Barquisimeto que se va y deviene y otras crónicas. Alberto Castillo Arráez. Alcaldía de Iribarren. Fondo Editorial Río Cenizo. Barquisimeto, 2000

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