El funeral del príncipe Felipe, Duque de Edimburgo culminó este sábado con una solemne ceremonia que se realizó en la Capilla de San Jorge en Londres, Inglaterra.
Felipe de Edimburgo, que falleció en Windsor el 9 de abril, dos meses antes de cumplir 100 años, fue una presencia constante junto a Isabel II desde que, con solo 25 años, fue coronada en 1952, cuando el Reino Unido se reconstruía tras la Segunda Guerra Mundial y su imperio empezaba a desmoronarse.
El vehículo híbrido en el que se trasladó el ataúd del príncipe Felipe, un todoterreno Land Rover verde diseñado por él mismo, inició la procesión flanqueado por nueve representantes de diferentes regimientos militares, con los que el esposo de la monarca estuvo vinculado, y seguido por sus cuatro hijos, Carlos, Eduardo, Ana y Andrés.
La soberana británica la Reina Isabel II se retiró en su propio automóvil, un Bentley, del templo de estilo gótico, en el que solo estuvieron 30 invitados debido a la pandemia.
A las puertas de la capilla, el deán de Windsor y el arzobispo de Canterbury recibieron al féretro, que fue instalado sobre el catafalco mientras los asistentes, cubiertos todos con mascarillas, se dirigían a sus sitios asignados para mantener la distancia social.
La ruta del cortejo fúnebre estuvo delimitada por personal de la Fuerza Naval, los Marines reales, de los Highlanders, el Cuarto Batallón del Real Regimiento de Escocia, y las Fuerzas Aéreas (RAF) y se escucharon salvas de cañón a cargo de la Artillería montada a caballo de las Tropas del Rey y sonido de campana.
En la procesión intervinieron también los dos ponis favoritos del duque, llamados «Balmoral Nevis» y «Notlaw Storm».
Las exequias de la realeza británica suelen ser de gran envergadura, perfeccionadas durante años y concurridas por monarcas y mandatarios de todo el mundo. Pero las restricciones impuestas por el coronavirus obligaron a modificar los planes para el entierro de Felipe, que se limitó a 30 invitados cercanos con mascarillas y distancias de seguridad, y respetó el marcado estilo militar.
Antes de entrar a la capilla de San Jorge, se guardó un minuto de silencio para rendir homenaje al esposo de la reina Isabel II, también se escucharon unos cañonazos, todo con el fin de recordar al monarca.
La capilla de San Jorge es un diminuto templo conmemorativo familiar, situado en Windsor, cobija además los restos mortales del padre de la reina, Jorge VI, la reina madre y la hermana pequeña de Isabel II, la princesa Margarita.
Otros miembros de la realeza enterrados en ese lugar son la esposa de Jorge III, la reina Carlota y su hija la princesa Amelia, así como la hija de Jorge IV, la princesa Carlota y el padre de la reina Victoria, el duque de Kent.
La princesa Margarita, hermana pequeña de Isabel II, que falleció en 2002, fue incinerada y sus cenizas fueron colocadas inicialmente en ese mismo Panteón antes de ser trasladadas a la capilla conmemorativa de Jorge VI junto con los ataúdes de sus padres, cuando la reina madre falleció semanas después.