El origen de esta frase, que se traduce en gastar cuantiosas cantidades de dinero o esfuerzo en algo o alguien, deriva del modesto siglo XVIII cuando el Rey de España, Carlos III, instauró la lotería en el país ibérico.
La gente que aún se estaba acostumbrando a este vicio basado en el azar y la suerte no entendía completamente la magnitud de los premios que podía llevarse, por lo que cuando uno de los ciudadanos lograba llevarse el premio, lo primero que hacía era… adivinaron: botar la casa por la ventana.
En un sentido metafórico, esto se hacía con la intención de renovar las energías de la casa e invitar lo nuevo a entrar a las vidas de los ganadores. Una versión menos aparatosa (esperamos) se puede ver aún en algunas regiones del Mediterráneo como en Italia donde la gente lanza ciertos trastos viejos a la calle en Noche Vieja con la esperanza de que, en el próximo año, la cafetera último modelo entre volando y se pose en la encimera de la cocina.
Y así de las loterías españolas a las casas italianas, derrochar a lo grande se asoció con el hogar. ¿Se sienten suertudos hoy?
Vía: Culturizando.com