Una buena canción del grupo argentino “Soda Stereo” dice en su coro: “Despiértenme cuando pase el temblor”, y nos sirve como hilo para nuestro artículo de hoy.
Sí, el cambio es una constante. Sí, ahora le toca al turismo. Pero estamos en medio de una pandemia global donde la mayoría de los países continúan cerrados tanto interna como externamente y no sabemos, de hecho, hasta cuando será.
También es cierto que nuestro país sufre su propia pandemia tan o más mortal que el Covid-19; no contamos con combustible, los servicios y la infraestructura están absolutamente deteriorados, la economía por el piso y un largo etc. que todos conocemos de sobra.
Pero todo eso también pasará. Y cuando despertemos nos encontraremos con el relámpago del Catatumbo, con las montañas nevadas del páramo merideño, con la inmensidad de los Llanos, con la exuberancia del parque nacional Henri Pittier y el cacao de Chuao, con la majestuosidad del Santo Angel y la fortaleza del Roraima.
Sepan ustedes que aunque muchos estén “dormidos” en estos días, la gente del turismo, en su gran mayoría, se está preparando arduamente para prestar el mejor servicio. Posaderos y hoteleros adecuando sus espacios, guías de naturaleza formándose y revisando rutas, agentes de turismo capacitándose y conociendo qué ocurre en el mundo que nos pueda servir para convertir a Venezuela en el destino sostenible de América. La mayoría sin ingresos desde mediados de marzo, pero optimistas con el futuro. Ellos no duermen, como buenos anfitriones preparan todo para que, al despertar, lo encontremos todo en su punto. No los olvidemos.
La diversidad de Venezuela nos espera y, cuando las condiciones mínimas nos lo permitan, nada mejor que el aire libre para cuidar la salud. El turismo “postcovid” será uno de naturaleza, de cercanías, de espacios abiertos y poca aglomeración de personas; cada ciudad, cada estado de nuestro país tiene encantos que muchos no conocen y Lara no es la excepción. La semana que viene comentaremos algunos de ellos.–
Alberto A. Olivares F
Cuando pase el temblor
Una buena canción del grupo argentino “Soda Stereo” dice en su coro: “Despiértenme cuando pase el temblor”, y nos sirve como hilo para nuestro artículo de hoy.
Sí, el cambio es una constante. Sí, ahora le toca al turismo. Pero estamos en medio de una pandemia global donde la mayoría de los países continúan cerrados tanto interna como externamente y no sabemos, de hecho, hasta cuando será.
También es cierto que nuestro país sufre su propia pandemia tan o más mortal que el Covid-19; no contamos con combustible, los servicios y la infraestructura están absolutamente deteriorados, la economía por el piso y un largo etc. que todos conocemos de sobra.
Pero todo eso también pasará. Y cuando despertemos nos encontraremos con el relámpago del Catatumbo, con las montañas nevadas del páramo merideño, con la inmensidad de los Llanos, con la exuberancia del parque nacional Henri Pittier y el cacao de Chuao, con la majestuosidad del Santo Angel y la fortaleza del Roraima.
Sepan ustedes que aunque muchos estén “dormidos” en estos días, la gente del turismo, en su gran mayoría, se está preparando arduamente para prestar el mejor servicio. Posaderos y hoteleros adecuando sus espacios, guías de naturaleza formándose y revisando rutas, agentes de turismo capacitándose y conociendo qué ocurre en el mundo que nos pueda servir para convertir a Venezuela en el destino sostenible de América. La mayoría sin ingresos desde mediados de marzo, pero optimistas con el futuro. Ellos no duermen, como buenos anfitriones preparan todo para que, al despertar, lo encontremos todo en su punto. No los olvidemos.
La diversidad de Venezuela nos espera y, cuando las condiciones mínimas nos lo permitan, nada mejor que el aire libre para cuidar la salud. El turismo “postcovid” será uno de naturaleza, de cercanías, de espacios abiertos y poca aglomeración de personas; cada ciudad, cada estado de nuestro país tiene encantos que muchos no conocen y Lara no es la excepción. La semana que viene comentaremos algunos de ellos.–
Alberto A. Olivares F