Luis Alberto Perozo Padua
Periodista
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En Twitter @LuisPerozoPadua
PAYA PARA EL BARQUISIMETANO común es un nombre cualquiera, quizá ni
logre advertir que se trata de un antiquísimo topónimo de la ciudad. No obstante,
para los vecinos del ayer, es evocación de simbolismo y fascinantes historias.
Según cronistas, Paya se extendía desde el Templo de la Concepción, en el hoy
corazón de la ciudad de Barquisimeto hacia el este, específicamente hasta Cruz
Blanca, comprendiendo la antigua plaza Bolívar (hoy plaza Lara) y el edificio sede
de la Gobernación que ocupó luego el Cuartel de Policía. En síntesis, la barriada se
expandía un poco más allá del templo de Altagracia, lo demás hacia el norte era una
explanada de cujisales y los predios hacia el sur, eran terrenos de la Hacienda Las
Damas con los zanjones que posteriormente adquirieron el nombre de Barrera, en
referencia a un joven de la comunidad que se precipitó al vacío con su bicicleta.
A juicio del historiador Silva Uzcátegui, nacer en Paya o pertenecer al barrio, era
una credencial para las primeras décadas del siglo XX. “Payero era sinónimo de
valiente, de arrojado. Los grandes alardeaban de sus hazañas”.
Adiciona que los payeros vivieron en eterna rivalidad con los sanjuaneros,
(zagaletones que residían en el barrio de San Juan, que colindaba con Paya, desde
el templo de la Concepción hasta el templo de Nuestra Señora de San Juan de Los
Lagos). Para aquellos tiempos, los límites de Barquisimeto llegaban hasta ese
punto. Después de allí, donde se apostaba el botiquín de Nemur, el poblado se
prolongaba escuálido, con casuchas intermitentes hasta San Juan.
La iglesia de San Juan no era para ese entonces un gran templo, sino un conjunto
de vetustas ruinas, rodeada de una plazoleta desértica y un camposanto en
decadencia, por donde deambulaban toda clase de animales.
Cuando en diciembre de 1924, el general Rafael María Velazco quien para entonces
se desempañaba en el cargo de presidente del estado Lara, colocó la primera
piedra para la construcción del Parque Ayacucho en aquel basto terraplén repleto de
matorrales, comentó en su discurso que dicho monumento se levantaría “en el punto
más alejado y desierto de la ciudad” denominado “campo o sabana de Ayacucho”,
por su extensión.
Barquisimeto resurgió en Paya
Según apuntes del desaparecido cronista Ramón Querales, el quinto asentamiento
de Barquisimeto devino luego del brutal sismo del 26 de marzo de 1812, cuando
ocurre su reconstrucción precisamente en la zona de Paya.
“El terremoto de 1812 devastó totalmente el Barquisimeto construido en los siglos
XVII y XVIII, obligando a la población sobreviviente a abandonarlo y construir una
nueva ciudad, un nuevo Barquisimeto. (…) La ciudad fue edificada en la zona de
Paya (barrio de Altagracia y sus alrededores, al este del Zanjón de Cárdenas, hoy
Puente Bolívar”.
En lo referente al templo de Nuestra Señora de Altagracia, Mac-Pherson apunta que
existía al frente de la Cárcel de la Corrección, conocido después como El Cuartelito,
pero esta estructura resistió al pavoroso sismo, más no la capilla que cayó hasta sus
cimientos. En el mismo año, sus vecinos fabricaron una capilla de paja con el mismo
nombre en la calle del Ilustre Americano entre las esquinas de Paya y Arco de
Bolívar, el cual se colocó para homenajear al Libertador cuando hizo su entrada a la
ciudad en 1821, a través de la cuesta del Campamento, que era entonces el camino
Real hacia Cabudare.
“Los mulatos, para no quedar al margen de la palabra de Dios, construyeron
la iglesia de Altagracia en el siglo XVIII”
La capilla en mención fue arrasada por un incendio en 1823 y las reliquias que se
pudieron salvar, fueron depositadas en el templo actual que fue construido en 1812
para iglesia parroquial, servicio que prestó hasta 1823, en que fue elevada a esta
categoría la capilla del Convento de San Francisco, que existía frente a la plaza
Bolívar (hoy plaza Lara).
En 1837, es trasladada nuevamente la iglesia parroquial al templo de Altagracia
hasta 1853, año que se consagró el templo de la Concepción. Desde la iglesia fue la
sede del culto a Nuestra Señora de Altagracia, mantenido por una cofradía
establecida en 1873 por el capellán presbítero Idelfonso Escalona. Más tarde,
dirigirá la referida cofradía el arzobispo de Caracas, Dr. José Antonio Ponte,
ilustrísimo hijo de Cabudare.
En Altagracia quemaron al Libertador
En 1819, don Francisco Oberto, jefe realista de la plaza de Barquisimeto, ordenó la
quema de la efigie de Simón Bolívar en la plaza de Altagracia. El muñeco fue
confeccionado en Cabudare y traído en burro y música, con la cabeza volteada
“mirando para atrás”, en señal de desprecio. El Bolívar de retazos de tela fue
colocado en el centro de la plaza y en acto público fue incinerado bajo la algarabía
de vecinos realistas y la soldadesca al mando del jefe español.
Igualmente, esta plaza fue el escenario del fusilamiento de cuatro esclavos por
orden del general José Antonio Páez. El 11 de febrero de 1822, aquella mañana de
sol abrazador, los sentenciados caminaron muy maltratados, entre las miradas
piadosas de sus vecinos de Paya.
El severo castigo se aplicaba bajo la ley especial que regía durante la Guerra de
Independencia, al no haberse presentado “al toque de jenerala”. Otro fusilamiento
sucedió en esa plaza, pero esta vez al este, cuando el 28 de diciembre de 1835, Día
de los Santos Inocentes, fueron ejecutados, a las 11 de la mañana, ocho individuos
sentenciados a la pena capital por encontrárseles indicios de participar en la
asonada reformista que estalló en Quíbor en septiembre de aquel año aciago para
la naciente república.
Fuente: Rafael Domingo Silva Uzcátegui. Barquisimeto. Historia privada. Caracas
1959
Ramón Querales. (RE) Visión Apuntes para la Historia del municipio Iribarren.
Concejo Municipal de Iribarren. 1996
Telasco Mac-Pherson. Diccionario Histórico, Geográfico y Biográfico del estado
Lara. Impreso en Puerto Cabello. 1883
www.CorreodeLara.com
Fotoleyenda:
1 Plaza de Altagracia. Año 1930. Colección del cronista Carlos Guerra Brandt
2 Puente Bolívar de Barquisimeto en la Carrera 17
3 Antigua calle del Libertador, acercándose a la esquina de la calle 20. A la derecha
se observa la plaza Altagracia. Año 1935. Colección del cronista Carlos Guerra
Brandt