Con mucha fe y unidad, la Arquidiócesis de Barquisimeto llevó a cabo su tradicional peregrinación anual al Santuario de Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela. Este evento, que se celebra con profundo fervor religioso, congregó a aproximadamente 2000 feligreses de diversas parroquias barquisimetanas, quienes llegaron desde las primeras horas del día, dispuestos a vivir un día en familia y en compañía de la patrona de Venezuela.

La jornada comenzó con la llegada de los fieles al Santuario, donde se formaron filas frente al templo, aguardando con ansias el inicio de la procesión. Bajo un cielo claro y con corazones llenos de esperanza, los peregrinos dieron la vuelta a la redoma, acompañados por sus párrocos, hasta la puerta del templo, al tiempo, la Pastoral Musical de la Arquidiócesis entonó cantos de alabanza, adoración y toda la riqueza de la Santa Eucaristía. Este ambiente festivo y reverente preparó el espíritu de todos para el encuentro con lo sagrado.

El clero de Barquisimeto, junto con los sacerdotes de Guanare, se unieron en la celebración eucarística, presidida por el padre Allender Fernández, rector del Santuario. Este encuentro no solo fue una manifestación de fe, sino también un momento de renovación espiritual, especialmente significativo al ser la primera peregrinación de Monseñor Polito Rodríguez Méndez como arzobispo de Barquisimeto.

Durante la homilía, Monseñor Rodríguez Méndez expresó su emoción por estar al frente de esta peregrinación, recordando las palabras de San Juan Pablo II: «Estamos encomendados a ella, que somos sus hijos e hijas, y que toda Venezuela está confiada a su maternal protección e intercesión». Celebrar nuestra peregrinación arquidiocesana a este Santuario nos recuerda la importancia de la presencia mariana en nuestra vida y en nuestro servicio evangelizador, tal como se manifiesta en el Plan Pastoral Integral Arquidiocesano.

El arzobispo subrayó que esta presencia mariana nos invita a reconocer que no caminamos solos; tenemos a nuestra Madre que nos guía hacia el redescubrimiento del amor misericordioso del Padre, la redención del Hijo y la fuerza del Espíritu Santo. Así, todos experimentamos la alegría de ser parte de la gran familia de Dios que es la Iglesia.

“Tú eres la honra de nuestro pueblo”, proclamó, resaltando la alegría de sentirnos miembros vivos de la Iglesia, recordándonos que ser cristianos implica vivir nuestra fe no como una carga, sino como un don y un regalo. Al citar al Papa León XIV, quien a su vez citó a San Agustín, afirmó: “Soy obispo para ustedes, soy cristiano con ustedes.”

Monseñor Rodríguez continuó su mensaje enfatizando la necesidad de redescubrir el regalo de nuestra vocación bautismal. La alegría de nuestro bautismo debe impulsarnos a vivir con entusiasmo y entrega los ministerios específicos que el Señor nos ha encomendado.
“Seremos auténticos misioneros en la medida en que descubramos la grandeza y la belleza de ser discípulos”, afirmó, destacando que María es la primera discípula y la primera oyente de la Palabra.

Al hablar de la importancia de la Palabra, el arzobispo recordó que, como María, debemos atesorar en nuestro corazón las vivencias y experiencias con el Hijo. “Es lamentable que los recuerdos negativos ocupen nuestra mente y nuestro corazón”, dijo, invitando a los fieles a dejar atrás rencores y divisiones, y a conservar en su interior la Palabra que da testimonio del amor que hemos recibido de Dios.

En su reflexión, Monseñor Rodríguez también subrayó que el compromiso social es una consecuencia de la vivencia coherente del Evangelio. La fe no puede limitarse a nuestros templos, sino que debe iluminar todas las estructuras de la vida cotidiana. “Estamos llamados a defender la dignidad humana y a promover la justicia”, afirmó, instando a los agentes pastorales laicos a involucrarse en la vida eclesial y a salir al encuentro del otro.

La peregrinación anual coromotana no solo fue un momento de encuentro con la Virgen, sino un llamado a vivir la misión evangelizadora, reconociendo que la Iglesia es, por naturaleza, misionera. “El llamado a la misión no se reserva solo a un grupo o a un tiempo determinado; es una vocación de todo el Pueblo de Dios”, concluyó.

La Arquidiócesis de Barquisimeto agradece a todos los feligreses que participaron en esta peregrinación, reafirmando su compromiso de seguir el camino de fe, esperanza y amor que nos ofrece Nuestra Señora de Coromoto. Que la luz de Cristo brille en nuestros corazones y que, guiados por María, continuemos proclamando el Evangelio con alegría y generosidad.

Vía: Nota de Prensa Arquidiócesis de Barquisimeto

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