Hace 20 años que el Papa San Juan Pablo II publicó la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, por la que incorporó cinco nuevos misterios, los luminosos, a los tradicionales 15 meditados en el Rosario.

Los misterios luminosos están referidos a la vida pública de Jesús y son: el Bautismo del Señor en el Jordán; la autorrevelación en las bodas de Caná; el anuncio del Reino invitando a la conversión; la Transfiguración y la institución de la Eucaristía.

En esta carta apostólica, el Santo Padre explica que el Rosario, “aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología” que tuvo “un puesto importante” durante sus años de juventud en su vida espiritual.

De hecho, dos semanas después de ser elevado a la Cátedra de Pedro, San Juan Pablo II confesó de modo público: “El rosario es mi oración predilecta”.

El Papa propone los misterios luminosos para “resaltar el carácter cristológico del Rosario”. Se trata de misterios referidos “a la vida pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión”, explica el Santo Padre.

Así, en estos misterios “contemplamos aspectos importantes de la persona de Cristo como revelador definitivo de Dios”, afirma el Papa, ya que es Él “quien, declarado Hijo predilecto del Padre en el Bautismo en el Jordán, anuncia la llegada del Reino, dando testimonio de Él con sus obras y proclamando sus exigencias”.

San Juan Pablo II consideró en esta carta apostólica además que “durante la vida pública, es cuando el misterio de Cristo se manifiesta de manera especial como misterio de luz”.

Así, para que el Rosario sea “plenamente compendio del Evangelio”, el Papa considera conveniente que “la meditación se centre también en algunos momentos significativos de la vida pública”, tras haber contemplado la encarnación  y la vida oculta en los misterios de gozo y antes de considerar los de la Pasión (misterios dolorosos) y el triunfo de la Resurrección en los gloriosos.

 

Vía: ACI Prensa (Lea allí el artículo completo)