El pasado 28 de enero la Iglesia celebró a Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia, patrono de los estudiantes, insigne filósofo y teólogo, autor de la monumental Summa Theologiae (Suma teológica) -el compendio de teología más sólido e influyente de la historia de la humanidad-.

A Santo Tomás se le llama “Doctor Angélico”, “Doctor Común” y “Doctor de la Humanidad”, sobrenombres que reflejan la magnitud de su pensamiento y el impacto de su obra. Hoy este santo sigue siendo referente obligado para quienes estudian filosofía y teología.

Su pensamiento, movido por un auténtico amor a la Verdad, se caracteriza por un espíritu acucioso y penetrante. Su obra sentó las bases de lo que hoy entendemos como ciencia teológica o teología sistemática, marcando para siempre el derrotero que seguiría el diálogo entre la fe y la razón, el creer y el saber, entre teología y filosofía.

Dedicado al estudio y la enseñanza, Tomás elaboró un compendio general al que se denominó “Suma teológica”, su obra maestra. Pieza clave del desarrollo de la Suma teológica son las “5 vías para demostrar la existencia de Dios” (pruebas a posteriori), en las que Santo Tomás argumenta en favor de la razón como facultad capaz de afirmar, con plena seguridad, que Dios existe; y que es posible conocerlo, al menos incipientemente, de manera racional (Teología natural o Teodicea).

Siendo que Dios existe como causa o principio de todo lo que es, afirmar su existencia no es ni una locura, ni solo cuestión de fe. Dios se hace accesible al conocimiento racional para bien del hombre, tendiendo un puente -o poniendo las bases, si se quiere- para que la fe corone y plenifique dicho conocimiento. Esto es, la fe y la razón se hacen complementarias y recíprocas, se reconocen distintas ciertamente, pero no se excluyen ni se repudian.

 

Vía: ACI Prensa (Lea allí el artículo completo)

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí