Hoy se cumplen 421 años de la milagrosa aparición de la madre de Jesús a la población de Táriba.
Desde entonces, miles de devotos de todo el estado le piden favores. Ante su infinita misericordia y ayuda los tachirenses la consideran la patrona del Táchira.
Cada 15 de agosto la iglesia católica celebra el día de la Virgen de la Consolación de Táriba, cuya historia inicia con Santa Mónica madre de y San Agustín, mujer que durante muchos años le suplicó a Dios la reconversión de su hijo y esposo, quienes tiempo después se volvieron religiosos.
En 1560 dos padres Agustinos venidos del Nuevo Reino de Granada llegan a Táriba, llevando de San Cristóbal una tabla con la imagen de nuestra Señora de la Consolación.
En 1600 se construye una ermita para la veneración de la excelsa Virgen. Desde entonces para acá, Nuestra Señora de la Consolación, es el centro devocional de Táriba, y la más preciada reliquia de sus buenas y cristinas gentes.
El 15 de agosto se celebra su fiesta, con solemne Pontifical y sermón de circunstancias. Y es entonces cuando el amor a Nuestra señora de la consolación se desborda por todas partes, lleno de unción de fe y de esperanza, y cuando la piedad de tachirenses, de venezolanos y de muchos colombianos abre caminos de luz para venirse a postrar a sus plantas maternales.
Allí esta ELLA, la Reina, la Madre, siempre es trance de amor y de entrega, recogiendo los dolores de los hombres para devolverlos trocados en alegría o en alivio. Por eso hasta su trono, joya y relicario del arte de oro y rutilantes piedras preciosas, vienen todas las gentes con tranquila confianza: los nobles y los hijos del pueblo, los obreros y lo menestrales, los ricos y los pobres, los inteligentes y los rudos los empleados y los buenos campesinos que el día de sus fiestas se visten de gala, y recogen las primicias de sus mejores cosechas y rasgan con las manos briosas las cuerdas del cuatro y de las guitarras, para venirle a decir a la Madre las Cántigas de su amor limpio y sin mancha.