¿Su uso es confiable para evitar el contagio de la COVID-19?
Según un estudio de simulación de tos de 2014, una pantalla plástica puede reducir la exposición total a las gotas expulsadas por la tos y los aerosoles (las gotas diminutas) en un 96% a una distancia de 46 cm. Pero, con los aerosoles más pequeños, el protector fue menos efectivo, bloqueando al 68% inmediatamente después de la exposición a la tos, y solo al 23% en los 30 minutos siguientes, ya que estos aerosoles más pequeños pueden quedar flotando bajo el visor, en el espacio donde se produce la inhalación.
No todos los expertos coinciden en que las pantallas sean una buena opción. El beneficio de las pantallas varía según quién las use: para un trabajador sanitario, el potencial de que un paciente expulse partículas de virus es grande y es importante proteger los ojos del trabajador con gafas o con una pantalla facial, por encima de la mascarilla.
Pero en caso de que alguien decida usarlo sin una mascarilla debajo, debe asegurarse de que cubra los costados de la cara y se extienda por debajo de la barbilla. Por su parte, la OMS sostiene que para el público en general las pantallas pueden considerarse como una alternativa cuando escasean las mascarillas no médicas, pero señalan que son inferiores a las mascarillas respecto a la prevención de la transmisión por gotas.